Jotamario en "Paños Menores"

En el pasado Festival Mundial de la Poesía, tuvimos el honor de conocer a Jotamario, quien nos regaló y autografió sus PAÑOS MENORES. El Premio Internacional de Poesía “Víctor Valera Mora” fue otorgado a éste autor, quien es considerado como uno de los primeros escritores del Nadaísmo Colombiano. En su segunda edición año 2008, se concedió el primer lugar a esta obra por “la fuerza vital de sus imágenes, su poética contemporánea y la renovación que hace del lenguaje coloquial entretejiendo en el mismo la ironía y el humor.”

ESTOS SON ALGUNOS DE SUS POEMAS:


Poema de invierno

Llovió toda mi infancia.
Las mujeres de la familia
aleteaban entre los alambres
descolgando la ropa. Y achicando
hacia el patio
el agua que oleaba los cuartos.
Aparábamos las goteras del techo
colocando platones y bacinillas
que vaciábamos al sifón cuando desbordaban.
Andábamos descalzos remangados los pantalones,
los zapatos de todos amparaos en la repisa.
Madre volaba con un plástico hacia la sala
para cubrir la enciclopedia.
Atravesaba los tejados la luz de los rayos.
A la sombra del palo de agua
colocaba mi abuela un cabo de vela
y sus rezos no dejaban que se apagara.
Se iba la luz toda la noche.
Tuve la dicha de un impermeable de hule
que me cosió mi padre
para poder ir a la escuela
sin mojar los cuadernos.
Acababa zapatos con sólo ponérmelos.
Un día salió el sol.
Ya mi padre había muerto.


Pompas Fúnebres

Enterró a su abuela como pudo, con amor, con modestia,
con pobres recursos.
En ese tiempo ganaba poco dinero; no había qurido
terminar sus estudios.
Enterró a su padre con toda la pompa, estrenado vestido,
con misa cantada.
Lo habían ascendido en su empleo, le hicieron un préstamo.
Enterró a su madre con un funeral tan solemne
que el cortejo colmó varias cuadras
y las flores no cupieron en el cementerio.
Los tiempos habían cambiado; ahora manejaba el negocio.
Enterró a su amigo del alma en su suelo nativo; fletó dos aviones
que llevaron al sitio cadáver y deudos.
Se había vuelto persona importante: tenía crédito en todos los bancos.
Enterró a la mujer de su vida en un gran mausoleo
custodiada a los cuatro horizontes por un mármol de arcángeles.
La fortuna le había sonreído; marchaban bien las cosas.
Murió pobre, de golpe. Liquidada la empresa lo habían despedido.
Los ahorros de toda su vida había dilapidado en entierros.
Hoy reposa en la tumba contigua
a la tumba que ocupa su abuela.



Venganza China


Los agentes secretos que me perseguían están ahora
en las mismas cárceles donde intentaban guardarme
Las novias que me abandonaron están casadas
con zarrapastrosos
La agencia de arrendamientos que pretendió entablarme
Juicio de lanzamiento fue cerrada por el gobierno
Los empresarios que vetaron mi solicitud de empleo
han visto quebrar sus negocios
El pisaverde que perjudicó a mi hermanita en una piscina
se ahogó en Juanchaco
Los profesores que me hicieron perder el bachillerato
se han puesto verdes viendo
En el pequeño tomo de pastas verdes editado en París
en la letra A:
Arbeláez Jotamario, Cali, 1940, Poeta.


*Para conseguir este libro pueden recurrir a cualquier sede de la Red de “Librerías del Sur” ubicadas en la capital de cada estado.

Poesía (Una risa que se ríe de mí)


Hindy Calderón Plaza, Valencia, 1972.

Es Licenciada en Educación Mención Artes Plásticas de la universidad Carabobo. Ha publicado en diversos diarios culturales como: La Tuna de Oro, Poesía y Diario El Carabobeño. Obtuvo el premio de X Concurso Nacional Literario “Pedro R. Buznego”, Mención Poesía (2001).


Este libro habla de una manera muy original sobre la forma en que la autora vislumbra el alumbramiento poético. Y he aquí una muestra de ello:


Poema Efectista

Este poema hace ruido
es morboso, necrófilo
ácido, triple X, camisanegra
un poco sádico también.
Divierte o impresiona
atenta contra el dogma religioso
orina las intituciones
vomita sobre el poemita de amor
Su explosión de imágenes
logra dejarnos abierta la boca
la mente

El cursi


Es un texto manoseado
casi prostituido
de tanto escribirlo-leerlo-regalarlo
amorosos, confesionales

Es el mismo texto
manuscrito casi siempre
despide el encanto pueril
casi sacrílego
de lo gastado

Otro poema necio


Es el peor de todos
se niega a ser escrito
se revela con pudor
ahorra tantas palabras como puede
es mezquino
Inventa su propia guerra a la palabra
a veces no alcanza para decir
y otras veces nombra demasiado
casi siempre dice con exactitud
Deja siempre algo
latiendo en su escritura.

*Para conseguir este libro visita La Librería del Sur de tu localidad

Fractal: Lo fugas y lo fluido

Este libro que nos trae la Red de Imprentas Estadales en su Capítulo Lara, es una mirada concisa sobre la imagen rebelde. Un conjunto de relatos breves donde el autor muestra una voz moderna. Lo oral y lo escrito se hacen ciudad, emoción y acción: “tal vez tu cabello se deje colar, junto a un leve aroma que me traiga el ruido de la avenidas en la madrugada”.

Ernesto Caldarelli, Barquisimetano, nacido en 1978. A participado en diversas publicaciones alternativas como: La uña enterrada de México, Subsuelo Insurgente, El Clandestino, Juventud RebeldeZine, Ganster Skazine y otros más formales como: Informe 7 y Reporte Confidencial. Actualmente cursa estudios de cine CIECA, donde fue guionista y director del cortometraje: “Mutantis, Mutandis” y dierector de “Un, Dos, Tres…”.


Exponemos aquí una muestra del libro:


Deux Ex Machina


Según lo que he escuchado por ahí, dios es caos, está en todos lados, es omnipotente, lo ve todo, es creador de todo, es inquisidor. Además no existe.


Atrofia


El mosquito quiso asomarse a través de la ventana, decidió pensarlo bien, antes de cometer la imprudencia. Tal vez, quién sabe, la prudencia podría llevarlo a terrenos de soledades e injuria.

Así que lo pensó durante trescientas cuarenta y cinco semanas. El último día de la semana trescientas cuarenta y seis, tomo la perilla de la puerta, la giró. ¿Salió? Tal vez, quién sabe.

Para adquirir esta obra visita La Librería del Sur en la Capital de tu estado

Norys está en Monte Ávila




La Barquisimetana Norys Saavedra Sánchez, fue publicada en Monte Ávila Editores con su libro Hilos de cocuiza. Poesía 1998-2008, Colección Altazor.

Este es un libro que cruza la memoria agria y luminosa, las resolanas históricas que vuelven a interpelarse, los lugares silenciados por la historia dominante, el guayabo y la ausencia, nuestra historia libertaria, deslumbrante y desolada. Por ahí van los tiempos de Norys, buscando redefinir verdades, haciendo pueblo en la escritura; volviendo a recomponer el tejido de la patria desde aquel grito discreto que es la fascinación.

Norys Saavedra Sánchez (Barquisimeto, Venezuela, 1972). Poeta. Participó como invitada en el Festival Mundial de Poesía 2007, en el Festival Mundial de Poesía 2008 y en el Encuentro de Escritores del Alba. Es autora del poemario De áridas soledades (2007).


Primera edición, 2009, 251 pp.
ISBN 978-980-01-1708-8


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y para hacer compras al mayor visite la Distribuidora Venezolana del Libro

Kelly Pacheco rompe el celofán




En el cuarto piso, apartamento 11, primer poemario de esta autora barquisimetana, cuyas imágenes y atrevimiento lo sitúa en un espacio diferencial dentro de la nueva literatura venezolana:

"Pero la idea, de que al abrir la segunda gaveta, voraces vaginas
saldrán de entre tus secretas cosas a morder mi mano, no acaba de convencerme".

Kelly Pacheco nos honra con esta publicación que incrementa el reservorio poético del Estado Lara y el país, dando muestra de su fertilidad y sobretodo, de ese punto de ebullición que hoy día vivimos al calor de una revolución cultural que incentiva el pensamiento crítico y creativo.

Ediciones Yo invita a disfrutar de esta obra publicada por la Red nacional de Imprentas, Capítulo Lara.

Otro libro de José Antonio Yepes Azparren



Escritura limpia, musical y erótica que aborda el cuerpo femenino con profundidad poética e inventiva verbal. Con Tú mi río de llamas, poemas para un cuerpo (2009) de José Antonio Yepes Azparren, editado por el Sistema Nacional de Imprentas, Capítulo Lara, se enriquece, como lo afirma Juan Liscano en su prólogo, la escasísima producción erótica en el orden de nuestra literatura.

SALVE

Reconquistado lecho en la herida que nos llama, ya incurable,
hacia un morir nunca consumado. Duración que alza la más hermosa herida
donde lo aparentemente informe se hace deseo, vigorosa forma de la piel visitada.

Cuerpos consumado en el baile del amor, motivados por el canto, por la palabra hecha música. Si bien es esta poesía de Yepes Azparren la búsqueda del poema como un todo sensorial, es también la búsqueda de un todo femenino, cuerpo y alma al borde del papel, o entre líneas o en el silencio:

Al borde de tu cintura donde tu alma está desnuda.

Asistimos así a una lectura vigorosa, reduccionista si se queire, que refleja una cosmovisión con tan sólo lo esencial.

LEJOS


L’ orrore e la meraviglia of it
Pavese

Donde la distancia
es la dolorosa ausencia del cuerpo
escucho lejos latir
mi corazón contigo.

Porque posees mi soledad
cae vertical el dolor sobre esta noche.

La sola noche sin fin.

Quemando a Venezuela, un libro de Juan Manuel Parada










El abandono progresivo del ámbito rural y el acelerado y aparentemente ineluctable hacinamiento del hombre en las ciudades, espacio mucho más propicio para la aparición y el incremento exorbitante de los vicios y las bajas pasiones, incidieron notablemente, a lo largo de la pasada centuria y durante el transcurso de la actual, en la creciente y rauda proliferación de la marginalidad y de los desafueros humanos inherentes a ella. Atribuible muchas veces a la imperfección de nuestras sociedades y otras a la morbosa vocación por el delito que suele convivir, en perfecta simbiosis, con determinados especímenes, esa lamentable forma de asirse a la existencia citadina también se ha convertido en una especie de surtidor, abundoso in extremis, hacia el que tienden a inclinarse algunos escritores acicateados por la intención de labrarle un sitio en el entramado de sus obras.

Aunque no me atrevo a asegurarlo, probablemente haya sido Guillermo Meneses el primer narrador que se arriesgó a incorporar el tema de marras a la cuentística venezolana. Aun cuando resulta innegable la trascendencia de la prosa regionalista o de la tierra, cuyo exponente más connotado, sin lugar a dudas, sería la célebre novela de Rómulo Gallegos publicada en 1929, ya en los cuentos del escritor caraqueño aparecidos en la década del treinta del pasado siglo es factible advertir indicios del traslado del escenario rural hacia el entorno suburbano. En semejante hábitat se mueven, verbigratia, las criaturas que apreciamos en La balandra Isabel llegó esta tarde, texto que vio la luz en 1934 y que, añadido a los restantes alumbrados más o menos por esa misma fecha, presupondría un intento de renovación literaria de irrefutable validez en estos lares.

El amplio abanico de sucesos que conforma Quemando a Venezuela y otros relatos no desdeña el acercamiento creativo a esa dolorosa realidad que, dada la ineficacia de los mecanismos diseñados para combatirla, tórnase más preocupante aún cuando el azar le usurpa el aire a quienes tratan de evadirla o ignorarla. En su libro iniciático, merecedor de un premio en el Certamen Mayor de las Artes y las Letras del 2006 y publicado ese mismo año por la Fundación editorial el perro y la rana, Juan Manuel Parada (Yaritagua, 1980) incursiona con viento favorable por este y otros derroteros.

Los entes marginales involucrados en una porción considerable del universo existencial que nos entrega el joven narrador yaritagüeño difieren, sin embargo, de las entelequias menesianas. En sus cuentos, si excluimos la aparición esporádica de la drogadicción, el tratamiento de la marginalidad se vincula, sobre todo y más atinadamente, con la recreación de la violencia cuyo clímax suele concretarse a través del zumbido de una bala o de un deceso súbito. Si bien algunas veces esta constituye la columna vertebral del acontecimiento que se nos participa, también se nos ofrece incorporada sólo de manera tangencial a la trama en la que irrumpe de forma un tanto imprevisible, quizás para la consecución de un dramatismo afín a realidades a las que no siempre conseguimos sustraernos.

Siguiendo el orden cronológico del libro - y soslayando momentáneamente asuntos a los que me acercaré más adelante -, ya en el tercer relato de los quince que configuran el cuaderno, Juan Manuel se dispone al abordaje del contexto que ha venido ocupándonos. Un ladrón en emergencia sintetiza, mediante la alternancia de dos voces narrativas, el fatídico drama del cazador cazado. Así, al monólogo del gánster que, traicionado por uno de sus cómplices, finaliza herido mortalmente durante la realización de sus andanzas, se le intercalan fragmentos del discurso en segunda persona de alguien que lo juzga mientras el delincuente, abandonado sobre una camilla, aguarda por la asistencia imprescindible de un galeno. Aunque los planos temporales son diferentes, la convergencia espacial de ambos protagonistas torna verosímil el andamiaje del texto. Y el desenlace, doloroso por cuanto nos conduce a avecinarnos con las emanaciones de la muerte, implicita un acertado cuestionamiento a los deslices de la ética.

Albures y Nueva vida, dos de los relatos más extensos y, a mi juicio, los más consistentes de la recopilación, nos muestran a un creador con dotes para el ejercicio venturoso de la narrativa. En el primero de ellos, valiéndose de una meticulosa fragmentación de la urdimbre, nos presenta el autor a varios personajes cuya existencia conflictiva y la búsqueda de probables soluciones tienden a vincularlos en encuentros aparentemente fortuitos. En connivencia con el título, el final nos apabulla con el fallecimiento azaroso de un hombre ajeno a los desmanes de la marginalidad. El segundo nos asoma a un vasto fresco de los avatares gansteriles donde el protagonista, que finalmente intenta regenerarse, concluye - por una ironía macabra del artista o por antífrasis con el título - estrellándose contra el parachoques de un camión.

Como ya he sugerido más arriba, en Quemando a Venezuela… coexiste una notable gama de intereses temáticos. Y otro de los demonios que asedian a Juan Manuel es el relativo a las complejidades de la vida de un escritor. Una proporción importante de su libro se le confiere al tratamiento de estas preocupaciones. Y ello no debe sorprendernos, máxime si convenimos en que tradicional y desafortunadamente, casi nunca en estos países nuestros el ofrecimiento a las exigencias de la literatura se ha revelado como una profesión rentable. La consagración antes de la entrada en el sepulcro siempre me ha parecido un privilegio al que sólo acceden algunos pocos elegidos de los dioses. El compromiso con las letras presupone, para quien se decide a contraerlo, una usurpación tácita del tiempo que osan reclamarle los oficios con los cuales sí puede sustentarse, o una disminución de los minutos exigidos por el descanso corporal, o cierta dejadez en el aporte de afectos a las personas que lo aman.

A pesar de que en dos de sus relatos el narrador, quizás para no nadar solo en contra de tendencias aún sólidas, se aproxima a los cánones de la cuentística signada por elementos referentes a los cotos de la fantasía, en el cuaderno se evidencia el propósito de ambientar los textos en circunstancias incuestionablemente verosímiles. Por lo mismo, estos cuentos de Juan Manuel que, a decir verdad, en ocasiones dejan traslucir algunas deficiencias en el uso del lenguaje - la reiteración innecesaria de gerundios, por ejemplo - imputables, creo yo, a la prisa que nos impone la convocatoria de un concurso, se nutren de la experiencia física del autor y de la observación directa y de la sátira juiciosa a los baales de la cotidianidad. Intención esta que, francamente, no dudo en suscribir. Próximos a los cien años del estallido de las vanguardias, lejos de continuar vertiendo agua sobre un terreno ahíto de humedades, tal vez no resulte descabellada una ligera inclinación del astrolabio hacia lo todavía rescatable de las simientes originarias.

Arístides Valdés Guillermo. Yaritagua, 5/8/2009.

Entrevista a Jotamario Arbeláez


El nadaísta colombiano responde a los cuestionamientos del poeta boliviano Gabriel Chávez Casazola.

Jotamario Arbeláez, Foto de JALJotamario Arbeláez (1940), poeta y publicista de origen caleño, formó parte del movimiento nadaísta, el mismo que se trasladara a Cali con el propósito de sustituir el busto de “María” la de Jorge Isaacs por uno de Brigitte Bardot. Desde la publicación de su primer libro El profeta en su casa (1966), Jotamario demostraría toda la ironía y mordacidad que aprendiera con sus lecturas de los surrealistas. En 1980 obtuvo el Premio Nacional de Poesía Oveja Negra y Golpe de Dados, con Mi reino por este mundo (1981).Así mismo ha publicado El libro rojo de rojas (1970), escrito en colaboración con Elmo Valencia; la antología Doce poetas nadaístas de los últimos días (1986) y El espíritu erótico (1990), antología poética y pictórica realizada junto con Fernando Guinard. En 1985 ganó el Premio Nacional de Poesía Colcultura con “La casa de la memoria” y en 1999 el mismo premio, esta vez del Instituto Distrital de Cultura y Turismo, con “El cuerpo de ella”. Como publicista, ha participado en el diseño de las campañas de Belisario Betancur, Alvaro Gómez y Andrés Pastrana. En el 2008 ganó el premio Víctor Valera, en Venezuela por su libro Paños Menores publicado en Alfoja Ediciones, col Azor, 2003, México DF.

Jotamario Arbeláez: “Los Nadaístas nos propusimos fracasar. Unos triunfaron pero otros fracasamos en el intento”.

Afirma un amigo que los bolivianos somos asincrónicos al tiempo de los movimientos poéticos. Tal vez eso explique que allá por 1990, un puñado de recién estrenados escritores, juntos y revueltos en la ciudad de Cochabamba -que Unamuno creyó especialmente propicia a la imaginación- hayamos descubierto, con un júbilo digno de nuestra condición primeriza, al Nadaísmo y sus p(r)o(f)etas.
Conseguir sus textos no era fácil en un país que había decidido ser mediterráneo espiritualmente para hacer juego con su condición geográfica. No llegaban muchos libros de poesía y menos de autores ni canónicos ni comerciales (cosa que ahora, la verdad por delante, no ha cambiado demasiado). No estando disponible aún el salvavidas de internet, era la magia de las propias palabras la que nos proveía, como ahora quiero pensarlo, mientras paso revista a aquellos años atravesados por las cubiertas naranjas de la edición que Carlos Lohlé -que solía también entregarnos a Kazantzakis- había publicado de la Obra Negra.
Sin duda, este descubrimiento boliviano de los nadaístas fue un tardío Tabor, aunque vista la eternidad de las cosas poéticas y considerando que el tiempo, como dice Borges que dijo Macedonio Fernández, es una falacia, eso nos importó un bledo. Adanistas del nadaísmo, que por entonces llevaba ya tres décadas de andadura de las que hicimos caso omiso, leímos, releímos y paseamos por calles y plazas a Gonzalo Arango, Jotamario Arbeláez, Armando Romero, Elmo Valencia y otros de la tribu, tal como si acabaran de venir y revelarse al mundo.
Luego, el tiempo mismo se encargó de demostrarnos que Borges (o Macedonio Fernández, que para el caso es igual) estaba equivocado. Dejamos de ser recién estrenados escritores y, a media jornada o jornada completa, también de ser escritores. Expulsados de la ciudad de la imaginación por la flamígera del pane lucrando, más revolcados que revueltos y más ajenos que juntos, hicimos nuestras propias andaduras, escoltados, eso sí, de algún modo secreto y a la vez evidente en nuestra poesía y en otras destilaciones, por la jubilosa memoria de las cubiertas naranjas del ‘incunable’ -que alguien tuvo a bien decomisarme y debí reemplazar por la edición de Plaza &Janés- y el memorioso júbilo de las ilegales fotocopias de los otros nadaístas, de quienes jamás llegamos a ver un libro impreso.
Pasaron los 90, pasaron tres cuartos de esta década sin nombre (la siguiente será la de los 10, pero ¿y ésta?) y el Nadaísmo cumplió 50 años. La verdad no había caído en cuenta de estas bodas sin oro -ya les decía yo que los bolivianos éramos asincrónicos al tiempo de los movimientos poéticos-, hasta que me lo hizo notar el mismísimo Jotamario Arbeláez, cuando coincidimos, para alegría mía, en la Bienal del Libro de Fortaleza, en Brasil, a la que ambos resultamos invitados este pasado noviembre. Como de aquellos polvos vienen estos lodos, de ese encuentro nació esta entrevista, que a manera de postrer examen de conciencia se publica a pocos días para la muerte del Nadaísmo, prevista -Jotamario dixit- para el 31 de diciembre de 2008, salvo error u omisión.

Jotamario Arbeláez y José Ángel Leyva
Gabriel Chávez: -Han pasado 50 años -se dice fácil- desde que Gonzalo Arango ‘desenfundó’, como dices tú, el nadaísmo. ¿Te imaginabas entonces que la (a)ventura sería tan larga?
Jotamario Arbeláez: -Gonzalo se definía como “poeta, y eterno de algún modo.”
En una entrevista lejana, Amílcar U declaró: “El nadaísmo es una cosa eterna que apenas lleva 5 años.”
Para conmemorar la desaparición del “profeta” escribí el réquiem: “Gonzalo Arango. 20 años en la eternidad”.
X-504 había inscrito. “La eternidad tiene tiempo de esperarme”.
Elmo Valencia consideraba el nadaísmo la antesala del fin del mundo.
Armando Romero sentenció. “El nadaísmo podrá morir, pero sus gusanos son inmortales.”
Sin embargo, en el primer manifiesto, redactado cuando todavía éramos contingentes, se había previsto:
“¿Hasta dónde llegaremos? El fin no importa desde el punto de vista de la lucha, porque no llegar es también el cumplimiento de un destino”.
Después de dar 50 vueltas al sol con los pies en la tierra movediza de la poesía, y con la mitad de los fundadores en el subsuelo, podemos notificar que llegamos, y nos pasamos.
-La revolución -política, sexual y de las percepciones- que ustedes enarbolaron hace medio siglo, siendo pioneros también en esto, ha tenido unas derivaciones, por decir lo menos, inquietantes. ¿Será esto un fracaso? Y si así fuera, ¿le preocupa el fracaso a un nadaísta -si por definición no debería hacerlo?
- Hicimos la apología de lo que se consideraba delito con la esperanza de que ese delito derivara en la legalidad y la norma. Elogiamos la marihuana incipiente y se consolidó el narcotráfico. Cantamos la lucha del guerrillero heroico y a la guerrilla se le coló la heroína. Magnificamos la sexualidad desbordada y reventó el sida. Haber perdido estas tres monumentales batallas no es una derrota. Nos propusimos fracasar. Unos triunfaron. Y otros fracasamos en el intento.
-Hay quienes afirman que el nadaísmo ha sido el movimiento más importante en la historia de las ideas en Colombia. ¿Concuerdas con esta apreciación? ¿Y cuál crees que fue y es su importancia en la literatura colombiana y latinoamericana?
- El nadaísmo no puede haber sido el movimiento más importante de las ideas en Colombia porque en Colombia las ideas no tienen historia. No tratamos de imponer nuevas ideas sino sacar a los colombianos de la idiotez. El nadaísmo no tiene en sí ninguna importancia, aparte de la que le ponen las jóvenes víctimas de la doctrina y los críticos ya cacrecos que en 50 años no pudieron exterminarnos. En medio siglo, fuimos el único movimiento que se movió en Colombia. De los 13 poetas iniciales ha muerto la mitad más uno. De los sobrevivientes ninguno padece ni gota de reumatismo ni de resentimiento. El nadaísmo no ha hecho nada memorable, salvo hacerse olvidar.
-En la Bienal del Libro de Fortaleza, este pasado noviembre, se planteó la posibilidad de inscribir al nadaísmo como parte de una ’segunda vanguardia’ en el siglo XX. ¿Por ahí van los tiros?
- Nos presentamos como vanguardia al despuntar los 60s porque nunca hubo vanguardia en Colombia. Y mucho menos la habrá después de nosotros. Para nosotros la vanguardia quedó atrás. Como la protesta. Como la piedra. Como el escándalo. El único mueble que conservamos es una silla zen de tres patas. Sobre la que por turnos saboreamos el té.
-¿Qué queda del nadaísmo? ¿De veras lo sepultarán los nadaístas vivos este 31 de diciembre, como anunciaste?
- Es mi propuesta, que los demás nadaístas estudian en sus retiros espirituales. La de aplicarle la eutanasia. Y no porque esté sufriendo ni sea enfermo terminal como nuestros últimos enemigos. Creo que mejores batallas se podrían seguir librando con el cadáver. Pero en el testamento de Gonzalo Arango leemos: “No hay que luchar, ni por la vida”.
-¿Recuerdas cómo te hiciste nadaísta? ¿O los nadaístas no se hacían sino que nacían?
- Me hice nadaísta porque no pude ser otra cosa. Para maquillar mis fracasos de adolescente. Asumí ser poeta para poder acreditar una actividad en los registros de los hoteles. Lo que me hacía aún más sospechoso que declararme simplemente vago. Cuando me publicaron el primer poema supe que había firmado mi condenación eterna. No me quedó más remedio que persistir. Y el remedio fue milagroso.
-¿Todavía conversas con Gonzalo Arango? ¿Si es así, qué se dicen, muerte de por medio?
- En un sueño, recién desaparecido, Gonzalo, refugiado en el Tibet, me preguntó: “¿Qué harás cuando se acabe el nadaísmo?”. “Escribir la historia del nadaísmo”, le respondí desde el Titicaca. “La historia sagrada se escribe sola”, dijo en voz baja, y se transformó en un cerezo.
-¿No te incomoda estar asociado, casi sin solución de continuidad, al nadaísmo? ¿Cómo es Jotamario Arbeláez -hombre y poeta- fuera de los márgenes de este movimiento (si tales márgenes existen)?
- El nadaísmo es mi marca de fábrica. Una marca muy cotizada pero invendible. Por eso tuve que hacerme publicista por el camino, para financiar la bohemia de los versos impublicables. Y periodista, para deslizar la poesía entre mis crónicas. En el nadaísmo nunca hubo márgenes, ni siquiera de error. Porque nunca dos nadaístas pensaron lo mismo.
-¿Por qué ser poeta y serlo, peor todavía, en estos tiempos? ¿No sería mejor abstenerse de tal despropósito?
- El poeta no puede serlo sino en los tiempos que le son propios. Para sacar avante el mundo o para ponerle problemas. La poesía no da tregua. Pero de no haber sido elegido por la poesía, con qué gusto habría sido amante latino.
-A la mayor parte de los poetas de hoy sólo los leen otros poetas. No es tu caso, ya que tu poesía llega a una silva de lectores de varia inventio. ¿Cuál es la fórmula?
- Cuánto no daría porque esos que cuentas como mis numerosos lectores de varia inventio, fueran mis amigos poetas. De cada poeta, por lo general sus colegas le leen los dos o tres primeros poemas que escribe y creen que ya saben lo que vendrá. Un truco puede ser repetir los poemas en cada libro. Así los desprevenidos y nuevos lectores se maravillarán de cómo va progresando.
-Pocos pueden contar que han ganado un premio de 100 mil dólares por un libro de poesía. ¿Te sorprendió la noticia del “Valera” en ‘paños menores’? ¿Qué noble uso le estás dando al monto del premio, si no es indiscreción preguntártelo?
- Los voy a invertir en una “pirámide”, con la seguridad de duplicarlos en el corto plazo. Para allí sí poderme dedicar de lleno a la prosa. Si los pierdo, no habré perdido nada. Tengo poemas aptos para un próximo concurso.
______
(*) Poeta y periodista boliviano. casazola@hotmail.com
Nadaísta para siempre
Ahora que mi padre se fue de parranda a la otra cara delaire, y que mi madre y mis hermanas viven de su retrato yorgullosas esperan que yo también vaya tomando el tono sepiade los viejos daguerrotipos,ahora que tengo bolsillos de sobra para manducar por todos loshambrientos del mundo y no proveniente de herencias ni decontrabando de coca mas he perdido el apetito,ahora que nada me falta sino la desesperación tan querida yaquella soledad que poblaba mis páginas de criaturas de carne y humo,ahora que calzo y visto de las vitrinas que me tientan, que bailo ybebo de las manos y de los pies de las danzarinas incorpóreaincorporadas a mi vida en calidad de serpentinas,serpentinas de paraíso que no de fiesta ni aquelarre,ahora que han descendido las gradas de palacios y vaticanos todoslos césares y todos los píos, que han entrado en liquidaciónintocables y tradiciones yque lo único que resta de venerable es el pobre santo deplomo que hundido en la verdura hasta las narices ponelos huevos de la revolución apoyado en la cruz de su metralletabajo tranquilo del avión sin soltarme del pasamanos,me aventuro por las calles rabiosas de multitud y me hagoperseguir por las miradas ojiverdes de la ley del más fuerte,hago gimnasia en las esquinas, esquivo los embates del toro,me hago el loco a término fijo.
Paño de lágrimas
Padre
Con esta mano que me diste
Bendigo el mundo que me diste
Gracias te doy por la obra de tus manos
Y por la obra de tu amor
Desde mi nacimiento no tuvo paz tu pie sobre los pedales
Y la música de tu máquina de coser arrulló mi infancia
Y te debo no sólo el ánima que ambula con sus tejidos corporales
Sino el ropero que me has hecho
Soy un hombre de paño gracias a tus desvelos
De ti heredo la talla y el modo de amarrarme los pantalones
Tú me diste las primeras puntadas de mi amor por la poesía
Brindo por ti con un dedal de vino!
Un largo inacabable
es tu bondad
Tus reglas siempre rectas
fueron dóciles
Con tu tiza también se escriben
páginas den la humilde historia
Montado en una aguja entrarás al Reino
más veloz que en ningún camello
No perdemos el hilo de tu cariño
Nos unimos alrededor de tus tijeras
Jotamario Arbeláez,



Poema de Yanuva León

Poeta y Editora en caracas del "El Perro y la Rana". Ha realizado varias antologías y publicado en un sinnúmero de revistas electrónicas e impresas. Actualmente se encuentra al frente de las publicaciones infantiles.

tarde maquillada
arrimada al rincón del grito
dibujada por niños raros
manchas
carboncillos
tarde despechada

los codos sobre la mesa
doblada en la esquina
manoseada
tarde desnuda
avergonzada
bocarriba
abierta